11 de octubre de 2014

Garabato.

Un dia me levanto y empiezo a dibujar.

Hace 17 años me desperté con el gran problema de hacerle una casa a mis muñecas.
¡Las pobres parecían desterradas!
Ahí boceté lo que hoy es un garabato, un mero dibujo que todos podemos hacer a esa edad, pero para mi fue una obsesión, un problema a resolver.
Uno de los pocos que me empeciné a querer resolver.

Los años pasaron y me mudaba con frecuencia.
Conocí casas y departamentos de todos los colores, tamaños y gustos (si la acepción es correcta).
Allí empecé a indagar de que se hacían, como se sostenían, como cambiaban..
Mi obsesión seguía siendo construirle una casa a mis muñecas.

Me seguí mudando, conocí países nuevos, nuevas culturas.
Nunca podía estudiar una casa en profundidad, nunca podía conocer el contexto de un barrio.
Ni su gente.
Una vez que me asenté empecé a mirar para arriba y descubrí que las casas pasaban a ser edificios, que había estilos diferentes, algunos en decadencia otros con un brillo incomparable..
Todos formaban parte de la misma ciudad.
¿Como podían permanecer tanto tiempo de pie? - Habia preguntado a padre.
Su respuesta no me parecía suficiente. Quería saber más.

Tenía 13 años cuando me desperté de un sueño donde construía casas circulares y cuadradas.
Tardé un tiempo más para darme cuenta que ese sueño significaba algo.
Mi destino estaba ligado a la arquitectura.

Hoy, 11 años despues de esa  decisión, siento dolor por no estar alcanzando mis objetivos como corresponde.
¿Por qué será?
Quizás mi obsesión se neutralizó, se amoldó a la realidad.
Quizás no le estoy poniendo las energías suficientes.
Sufro por tener que dar pasos al costado. Sufro por no poder disfrutar lo que llamo pasión, más que carrera.


¿A donde está el error?
En no ver lo simple que es tomar una decisión. En lo simple que siempre me resultó y lo que me condujo a este lugar.

Cuando termino esta reflexión, pienso en ese dibujo...
Y sonrío.

Me levanto del letargo y empiezo a dibujar.




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