No puedo dejar de ver la ciudad, pero esta
vez la veo de una forma distinta.
Veo sus edificios tan impolutos,
perfectos, inmunes a todo.
Se ven tan impenetrables con su dureza morfológica y material…
Y yo aquí, sentada contemplándolos sin
poder razonar, sin querer sentir.
Absorta por el dolor de la vida, por la
desazón producto del rechazo.
¿Cómo hacen para estar bien en soledad? ¿Cómo
hacen para perderse entre la multitud sin pasarla mal?
Y yo aquí, sufriendo porque no sé
enfrentar el fracaso, porque me da miedo amigarme con la soledad.
Los veo y los envidio. Quizás debería
imitarlos.
Pero ahora ni ellos pueden salvarme de ese
dolor.
Me alejo.
Recibo un hermoso mensaje.
Es alguien que me dice que va a estar todo
bien.
Los edificios siguen ahí, estoicos, ignorándome.
¿Será que querré imitarlos?
Me sigo alejando esbozando una sonrisa.
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Voces imaginarias