Temblaba ante la expectativa de no poder entrar y no poder recuperar lo que ansiaba.. De hecho, jamás me importó más que agarrar todo lo que tenía a mano y poder desaparecer.
Poder evitar la angustia que sufría por ambas cosas.
Le tuve pena. Terrible acto de compasión de no escupirle más verdades. Temblaba a cada segundo, pero una extraña entereza (y el apoyo incondicional de personajes queridos que se sumaron a esta odisea) me hicieron olvidar en un instante a quienes enfrentaba, que hacían ahí y porque estaba sucediendo todo aquello..
Era una autómata. Me desconocía. Me apuraba de escapar de sus palabras.. Me molestaba tener contacto alguno, evitaba mirarle a los ojos..
Tomé todo lo necesario, olvidando quizás otras que podrían haber sido más importantes. No logré despedirme. Escuchaba llantos y palabras hirientes. Pero ya no me importaba.
Estaba fuera después de idas y vueltas. No podía volver a entrar. No debía.
Estaba dejando atrás toda una etapa, todos mis recuerdos, libros, alegrías, tristezas..
Gente a la que amé y seguiré amando en silencio más allá de todo. Inevitable.
Pero hay que seguir. Un horizonte extraño se abrió ante mi hoy. Uno con olor a esperanza. Con nuevos desafíos. Complicado porque quizás falten ciertas personas, pero alguna vez todo volverá a su sitio, y comprenderán la verdad que ellos no desean ver..
Me despedí de mi barrio, rompiendo en lágrimas.
Logré sentir dolor por un segundo.. Y temblé.
Temblé al cerrar la puerta.
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